Preparación para la longevidad: un nuevo guión y plan de estudios para prepararse para vivir más y mejor.
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Durante décadas, estudios, encuestas y casi sermones han declarado que Estados Unidos no está “listo para la jubilación”. Las empresas financieras, los formuladores de políticas y los investigadores (incluido éste) han pasado años predicando el mismo evangelio bien intencionado: ahorrar, planificar, invertir y luego planificar un poco más. El idioma ha cambiado. Hemos evolucionado desde la educación financiera hasta el bienestar y el bienestar financiero, pero los resultados no.
A pesar de décadas de esfuerzo y miles de millones gastados en educación, aplicaciones, asesoramiento y publicidad, el informe de calificaciones del país sobre la preparación para la jubilación apenas ha mejorado.
Si un maestro descubriera que más de la mitad de sus alumnos habían reprobado la misma materia durante décadas, él (o los padres y administradores) podría comenzar a preguntarse: ¿son los estudiantes? ¿O es el plan de estudios (tal vez soy yo)? Quizás las lecciones sean demasiado abstractas, los ejemplos demasiado distantes o los métodos de enseñanza demasiado aburridos para participar.
Es hora de reescribir el programa de estudios.
El índice de preparación para la longevidad (LPI), desarrollado por mi equipo en el CON AgeLab en colaboración con Juan Hancockpretende hacer precisamente eso: cambiar la forma en que medimos, enseñamos, discutimos y pensamos sobre el futuro del envejecimiento.
Los límites de la preparación para la jubilación
Durante décadas, la planificación para la vejez ha estado definida por dos pilares: la salud y la riqueza. Ambos son esenciales, pero por separado también resultan incompletos. Entre esos sujetalibros se encuentra la complejidad: las rutinas, las relaciones, las elecciones, las transiciones y las actividades que conforman la vida diaria.
La planificación de la jubilación tiende a centrarse en el fin del trabajo y casi exclusivamente en la seguridad de los ingresos; La planificación de la longevidad incluye eso, pero se centra en el futuro de la vida misma. Plantea preguntas más humanas sobre cómo estar preparado para la vida del mañana:
- ¿Dónde vivirá y su hogar cubrirá sus necesidades cambiantes?
- ¿Con quién pasarás tiempo y cómo te mantendrás conectado socialmente?
- ¿Cómo llegará a donde necesita ir, accederá a la atención y gestionará las transiciones de la vida?
Estas no son abstracciones sobre mercados o medicina. Son las realidades prácticas las que determinan si prosperar en una vida de 100 años o simplemente sobrevivirla.
Longevidad: más que pagarla, sino prepararse para ella
Para comprender cuán preparados están realmente los estadounidenses para vivir más tiempo, en colaboración con John Hancock, mi equipo AgeLab del MIT creó el Índice de preparación para la longevidad. Una medida nacional holística e integrada, primera en su tipo, que va más allá de la salud y la riqueza para evaluar qué tan preparadas están las personas para la experiencia vivida de vivir más tiempo.
El Índice mide la preparación en ocho dominios críticos que, según las investigaciones, son fundamentales para la calidad de vida en la vejez: salud, finanzas, cuidados, hogar, actividades diarias, conexión social, comunidad y transiciones de vida.
Entonces, ¿cómo estamos?
En una encuesta representativa a nivel nacional de más de 1.300 adultos estadounidenses, los estadounidenses obtuvieron una puntuación promedio de 60 sobre 100. Si se tratara de una calificación, Estados Unidos obtuvo lo que efectivamente es una “D” en preparación para la longevidad. Éstos son sólo algunos de los aspectos más destacados de el estudio.
Las puntuaciones más bajas se obtuvieron en cuidados (42), hogar (56) y salud (56). Estas áreas se relacionan con el cuidado, la flexibilidad de la vivienda y el bienestar personal. Pocos encuestados sabían quién los cuidaría o cómo pagarían por ello. Muchos no habían pensado en cómo sus hogares podrían necesitar cambios para soportar el envejecimiento en el lugar.
Sin embargo, hubo puntos brillantes: las puntuaciones más altas aparecieron en comunidad (70) y conexión social (69), evidencia de que las personas todavía encuentran fuerza e identidad en las redes que las rodean.
Las mujeres superaron a los hombres en la mayoría de los ámbitos, especialmente en el cuidado y la conexión social, lo que sugiere que, si bien la preparación financiera a menudo domina la conversación, la preparación emocional y relacional puede ser la verdadera moneda de la longevidad.
No es una alarma, sino un cambio de guión
El Índice de Preparación para la Longevidad (LPI, por sus siglas en inglés) nunca tuvo como objetivo ser otra señal de alarma o una prueba de aprobación/reprobación. No es un titular sobre lo que está mal; es un marco para pensar de manera diferente sobre lo que significa estar preparado para el futuro.
La planificación se trata de intención. Cumplir un objetivo de ahorro, mantenerse dentro de un presupuesto, marcar una lista de deseos.
En última instancia, la preparación consiste en actuar. Requiere conciencia de lo que nos espera, evaluar si los supuestos son realistas y tomar medidas prácticas, implementar sistemas, apoyos y redes sociales antes de que sean necesarios.
La preparación convierte lo abstracto en algo tangible. Cambia la discusión de “lo que podrías necesitar algún día” a preguntas prácticas sobre “cómo vivirás cada día”.
Un nuevo marco para vivir mejor durante más tiempo
El LPI no es un estudio único. Es una nueva base para comprender lo que se necesita para vivir más y mejor. Con el tiempo, rastreará cómo cambia la preparación a través de generaciones y países, revelando qué intervenciones, innovaciones y políticas realmente marcan la diferencia.
El objetivo no es simplemente aumentar las puntuaciones. Se trata de replantear la agenda para individuos, familias, profesionales financieros, empleadores y formuladores de políticas.
Como dijo Brooks Tingle, presidente y director ejecutivo de John Hancock:
Ya no se trata sólo de cuánto has ahorrado para la jubilación o incluso de qué tan saludable estás; también se trata de dónde vivirás, cómo ocuparás tus días y con quién los compartirás.
El futuro del asesoramiento, la jubilación y el bienestar estará determinado no sólo por los mercados o la medicina, sino también por la eficacia con la que ayudemos a las personas a diseñar la infraestructura de la vida diaria en la vejez.
El próximo capítulo de la planificación de la longevidad
La longevidad es la fuerza silenciosa que lo transforma todo, desde el trabajo y la atención médica hasta la familia y las finanzas. Sin embargo, nuestro enfoque para prepararnos todavía pertenece a otra era. Uno en el que la vejez era corta, frágil y predecible.
El Índice de Preparación para la Longevidad desafía ese modelo obsoleto. No pregunta: “¿Está listo para la jubilación?” sino “¿Estás listo para la vida?”
El próximo capítulo de la planificación no trata sobre el fin del trabajo; se trata del arte de vivir bien en todo 8.000 días o más de lo que viene después.
Ése es el nuevo plan de estudios de la longevidad. Es hora de dejar de calificar la jubilación y empezar a enseñar longevidad.












