
La idea de un iPhone “hecho en los Estados Unidos” ha resurgido después de la implementación del presidente Trump del 25% de aranceles diseñados para presionar a compañías como Apple para llevar a la fabricación a casa. Si bien la Casa Blanca insiste en que Estados Unidos tiene la fuerza laboral y los recursos para construir iPhones a nivel nacional, la realidad presenta una imagen mucho más complicada y una etiqueta de precio potencialmente llamativa para los consumidores.